Dado que Miguel Motas está embarcado en el Buque las Palmas para tomar muestras de otras Islas Cercanas, vamos a ver cómo está viviendo esta experiencia Jesús Benzal.
La actividad del proyecto PINGUCLIM durante la presente campaña 2008-2009, se desarrolla a lo largo de ambas fases de la misma. Durante la primera, Andrés Carbosa, Ana y Paco han dado inicio a los dos estudios que llevamos a cabo en la pingüinera de Punta Descubierta. Ellos han llevado a cabo el trabajo hasta el pasado día 5 de enero, cuando Julia, Miguel Motas y el que escribe estas líneas, llegamos a la Base Gabriel de Castilla (Isla Decepción) procedentes de Ushuaia (Argentina) en el Buque Las Palmas de la Armada Española.
La vuelta a la Base constituye un reencuentro con compañeros de campañas anteriores y el recuerdo de emotivas vivencias tenidas en la misma. Para Julia y Miguel, que constituye su primera campaña, todo es nuevo y el frenesí del recibimiento que tenemos con los que nos los que nos reciben constituye un momento emotivo y difícil de transmitir.
Tras los primeros saludos y acomodación en la base y, dado que el tiempo que tenemos para hacer el relevo es corto, nuestros compañeros de la primera fase nos ponen al corriente del trabajo llevado a cabo hasta ahora y de por dónde debemos continuar durante nuestra estancia en la isla. Sin más dilación el día 6 tomamos contacto directo con los pingüinos en compañía de Andrés y nuevos recuerdos al atravesar “el collado” vienen a nuestra mente.
El trabajo con los pingüinos constituye una experiencia de disfrute y sufrimiento que en la mayoría de los días con ellos se experimentan de forma simultánea.
La actividad de los pingüinos en la colonia es continua y día a día el frenesí de los padres por alimentar y defender a su prole también. Esta dinámica tiene su reflejo en el rápido crecimiento de los pollos y ello condiciona también nuestro trabajo en la colonia en para su seguimiento, toma de datos y muestras de todos y cada uno de los nidos seleccionados en nuestro estudio. De no hacerlo así, todo se perdería y ni siquiera las malas condiciones meteorológicas deben, salvo por motivos de seguridad amedrentarnos.
En este sentido, hay que decir que la parte de mayor sufrimiento en nuestro trabajo es el que impone la meteorología. En la Decepción, el tiempo es cambiante y constituye una de nuestras peores pesadillas. El problema meteorológico puede estar condicionado tanto por el viento, como por las precipitaciones en forma de nieve o agua. El viento nos puede impedir acceder a la pingüinera dado que al atravesar el collado por el que accedemos a la misma se pueden encontrar vientos superiores a 70 Km/h en algunas ocasiones. En la pingüinera, el viento, unido a la baja temperatura y, si tenemos mala suerte, la niebla, hacen que la sensación de frío durante los muestreos sea realmente desagradable para nuestro trabajo. Si a ello se une el tener que trabajar y manejar a los pingüinos con las manos sin ninguna protección, hace que éstas se nos queden tan insensibles que nos impiden cualquier movimiento por simple que sea.
No obstante, y dado que la necesidad de completar el muestreo implica no dejar ningún día sin la toma de datos y muestras, nos vemos obligados a superar esta prueba que para algunos llega a ser realmente dura.
Pero… si realmente somos realistas estas condiciones no nos deberían asustar si pensamos en las que se pueden vivir o haber vivido en la Antártida. En realidad, nos hemos hecho “cómodos” y cualquier situación que se sale de nuestra vida cotidiana, nos echa para atrás. En la actualidad nunca llegaremos situaciones como la vivida por Cherry-Garrad durante su viaje con la expedición de Scott al Polo Sur, cuando estudiando al Pingüino Emperador un día se encontró en su campamento con una temperatura de -60,8 ºC.
En su libro “El Peor viaje del Mundo” lo relata así:
“… Aquel día permanece en mi memoria como el día en que descubrí que no merece la pena tomar datos…” “… No voy a negar que esto me convenció de que Dante estaba en lo cierto cuando situó los círculos de hielo por debajo de los círculos de fuego”
Crónica de: Jesús Benzal para el Blog del Proyecto PINGUCLIM IILa vuelta a la Base constituye un reencuentro con compañeros de campañas anteriores y el recuerdo de emotivas vivencias tenidas en la misma. Para Julia y Miguel, que constituye su primera campaña, todo es nuevo y el frenesí del recibimiento que tenemos con los que nos los que nos reciben constituye un momento emotivo y difícil de transmitir.
Tras los primeros saludos y acomodación en la base y, dado que el tiempo que tenemos para hacer el relevo es corto, nuestros compañeros de la primera fase nos ponen al corriente del trabajo llevado a cabo hasta ahora y de por dónde debemos continuar durante nuestra estancia en la isla. Sin más dilación el día 6 tomamos contacto directo con los pingüinos en compañía de Andrés y nuevos recuerdos al atravesar “el collado” vienen a nuestra mente.
El trabajo con los pingüinos constituye una experiencia de disfrute y sufrimiento que en la mayoría de los días con ellos se experimentan de forma simultánea.
La actividad de los pingüinos en la colonia es continua y día a día el frenesí de los padres por alimentar y defender a su prole también. Esta dinámica tiene su reflejo en el rápido crecimiento de los pollos y ello condiciona también nuestro trabajo en la colonia en para su seguimiento, toma de datos y muestras de todos y cada uno de los nidos seleccionados en nuestro estudio. De no hacerlo así, todo se perdería y ni siquiera las malas condiciones meteorológicas deben, salvo por motivos de seguridad amedrentarnos.
En este sentido, hay que decir que la parte de mayor sufrimiento en nuestro trabajo es el que impone la meteorología. En la Decepción, el tiempo es cambiante y constituye una de nuestras peores pesadillas. El problema meteorológico puede estar condicionado tanto por el viento, como por las precipitaciones en forma de nieve o agua. El viento nos puede impedir acceder a la pingüinera dado que al atravesar el collado por el que accedemos a la misma se pueden encontrar vientos superiores a 70 Km/h en algunas ocasiones. En la pingüinera, el viento, unido a la baja temperatura y, si tenemos mala suerte, la niebla, hacen que la sensación de frío durante los muestreos sea realmente desagradable para nuestro trabajo. Si a ello se une el tener que trabajar y manejar a los pingüinos con las manos sin ninguna protección, hace que éstas se nos queden tan insensibles que nos impiden cualquier movimiento por simple que sea.
No obstante, y dado que la necesidad de completar el muestreo implica no dejar ningún día sin la toma de datos y muestras, nos vemos obligados a superar esta prueba que para algunos llega a ser realmente dura.
Pero… si realmente somos realistas estas condiciones no nos deberían asustar si pensamos en las que se pueden vivir o haber vivido en la Antártida. En realidad, nos hemos hecho “cómodos” y cualquier situación que se sale de nuestra vida cotidiana, nos echa para atrás. En la actualidad nunca llegaremos situaciones como la vivida por Cherry-Garrad durante su viaje con la expedición de Scott al Polo Sur, cuando estudiando al Pingüino Emperador un día se encontró en su campamento con una temperatura de -60,8 ºC.
En su libro “El Peor viaje del Mundo” lo relata así:
“… Aquel día permanece en mi memoria como el día en que descubrí que no merece la pena tomar datos…” “… No voy a negar que esto me convenció de que Dante estaba en lo cierto cuando situó los círculos de hielo por debajo de los círculos de fuego”
Actualizado por: Juan Carlos Gómez.
Fotos: www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida/ y www.api-spain.es/Blog_PINGUCLIM_2008_2009.html
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