Crónica de Silvia Jerez
Una de las limitaciones más importantes que se presentan al trabajar en un lugar como éste es sin duda el clima. Si el viento y la nieve son fuertes y persistentes, es preferible no salir a hacer trabajos en el campo. Esto ocurre a menudo. Sin embargo las condiciones meteorológicas cambian muy rápido, y si por la mañana parece que va a ser imposible salir en todo el día, en un rato mejora de forma radical y se puede salir. Además, el meteorólogo de la base, Pili, controla constantemente estas condiciones e informa a los investigadores cuando es aconsejable salir y cuándo no.El “Grupo Aves”, con el que colaboro aquí en la base, estudia diferentes especies en la isla. Hemos estado trabajando en varias colonias de petreles gigantes. Para trabajar con esta especie es necesario conocerla bien, de manera que se influya lo menos posible en su desarrollo y hábitat, y el disturbio sobre las colonias se minimice al máximo. Los chicos que trabajan con los petreles gigantes llevan años haciéndolo, y cumplen con creces este requisito.
Llevan a cabo estudios sobre fidelidad al sitio reproductivo y entre parejas, éxito reproductivo, etc. Para ello es necesario anillar individuos y controlar su presencia mediante la lectura de los anillos año tras año, determinar el sexo mediante la medida del pico de cada individuo que se anilla o detectar nidos que se hayan perdido. Además se toman muestras de sangre y plumas. Su experiencia permite que estos trabajos se realicen con bastante agilidad.
Una vez finalizadas las tareas en cada una de las colonias, hay que alejarse unos 50 o 100 metros, y controlar que todos los petreles permanezcan en sus respectivos nidos mediante el uso de prismáticos. Esta maniobra a veces lleva horas, y el frío en lo alto de la montaña se hace bastante incómodo de soportar. Cuando por fin todos los progenitores ocupan sus nidos, nos alegramos mucho, y seguimos trabajando.
Fotos: Silvia Jerez.
Llevan a cabo estudios sobre fidelidad al sitio reproductivo y entre parejas, éxito reproductivo, etc. Para ello es necesario anillar individuos y controlar su presencia mediante la lectura de los anillos año tras año, determinar el sexo mediante la medida del pico de cada individuo que se anilla o detectar nidos que se hayan perdido. Además se toman muestras de sangre y plumas. Su experiencia permite que estos trabajos se realicen con bastante agilidad.
Una vez finalizadas las tareas en cada una de las colonias, hay que alejarse unos 50 o 100 metros, y controlar que todos los petreles permanezcan en sus respectivos nidos mediante el uso de prismáticos. Esta maniobra a veces lleva horas, y el frío en lo alto de la montaña se hace bastante incómodo de soportar. Cuando por fin todos los progenitores ocupan sus nidos, nos alegramos mucho, y seguimos trabajando.
Fotos: Silvia Jerez.
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