jueves, 8 de enero de 2009

En las pingüineras... con Andrés Barbosa

7-1-2009
Diana a las 8:00, he dormido bien pero como oscurece a las 24 y a la 1:30 amanece, me ha entrado luz por la cortina y me ha despertado periódicamente (¡se solucionara!). Después de equiparnos con tres capas (térmica, polar y externa), gafas protección 4 a ultravioleta (aquí el agujero de ozono es patente), gafas de ventisca, doble guante y todo el material de campo, partimos a nuestra caminata diaria de una hora pero con dificultad, subimos un collado de 100 metros de altura pero con pendientes de 45º, lo que pisamos es piroclasto (polvo volcánico tipo ceniza) y resbala, periódicamente encontramos nieve virgen de la nevada nocturna, rocas de todos los tamaños etc. el viento no falla a su cita y puntualmente nos deja una sensación térmica de 1ºC, es de 40 km/h (llevamos un anemómetro-barómetro-termómetro… hay que vigilar las ventiscas, en minutos puede cambiar el clima).

Tras la consiguiente bajada y ver a lo lejos una ballena (Julia tiene un sentido especial para localizarlas), se despliega ante nosotros un espectáculo indescriptible, 20.000 parejas de pingüinos barbijo agrupados en varias pingüineras, pescando en el agua como auténticos misiles, incubando los huevos, protegiendo a los polluelos de las inclemencias, traspasando el alimento a la boca del polluelo, etc. Los skúas (págalos) son congéneres de las gaviotas y son carroñeros depredadores que en este ecosistema ocupan el nicho equivalente a una rapaz, es decir ataca a los pingüinos débiles, asilados, huevos y crías; se les percibe continuamente acechando.

Progresivamente explicaré con brevedad el objetivo de los experimentos, pero el contacto con estos animales es increíble. Son graciosos, curiosos, confiados, me corresponde atraparlos y sujetarlos mientras Andrés nos pasa el testigo de los experimentos y nos familiariza con los nidos y las señales de identificación (ya que él se va en dos días), Jesús se encarga de sacar sangre, medir pico y pesar, mientras Julia registra todos los datos e identifica de nuevo los nidos. No hay tregua pero todo ha ido bien, como premio sale 5 minutos el sol, y de verdad aprecio los colores de este ecosistema, no lo puedo describir, espero que las fotos hagan justicia.

Al irnos vemos (gracias a Julia otra vez) otra ballena por su sifón. La vuelta es agradable al descender deslizándonos por la gran pendiente gracias al piroclasto... divertidísimo!!. Pasamos por la base Argentina y llegamos a casa a las 16:00 para comer... (el resto de días ¡comeremos! trabajando en la pingüinera).

Por la tarde tenemos seminario explicativo de un grupo de investigación que trabaja en compuestos químicos de invertebrados marinos y su poder tóxico, repelente, antitumoral, etc, Después los despedimos pues se van en el Buque Las Palmas, ha terminado su estancia, la despedida es muy sentida: regalos, abrazos, llantos, muchas emociones...los nuevos estamos como espectadores, despedimos a Paco y Ana que junto con Andrés son los que relevamos. Esta despedida me adelanta que al irnos lo vamos a pasar mal, tanta gente en tan poco espacio, conviviendo día y noche 2 meses, unido a unas condiciones tan duras y tan aisladas, crea vínculos muy especiales...

"Blanco deslumbrante, luminoso azul, negro azabache; a la luz del sol, la tierra parece un cuento de hadas. Una cumbre tras otra, un picacho tras otro, agrietada, agreste como ninguna otra región de nuestro planeta, permanece invisible, invisible e intacta."
Roal Amundsen.

Fotos: Miguel Motas.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Estoy en el despacho con Régulo repasando tu blog, me dice nuestro querido amigo que te sienta muy bien la barba. En serio, a pesar de las condiciones tan adversas sé que va a ser una experiencia inolvidable de la que vas a sacar un gran provecho.

Por cierto, recuerda mi mensaje navideño.

Un abrazo.

Antonio.

Alboroque dijo...

Me sorprende que con tanta equipación seaís capaces de moveros... yo volcaría