martes, 6 de enero de 2009

Crónica del viaje - Día 2 (por Miguel Motas)

03-01-2009
Se confirma el dicho marinero sobre la latitud en estos mares los «cuarenta bramadores», seguidos por los «cincuenta furiosos» y los aún más violentos vientos de los «sesenta aulladores». La fuerza de estos vientos es exacerbada en la zona por el "efecto embudo" provocado por los Andes y la Península Antártica, canalizando las masas de vientos al Paso de Drake o mejor dicho al Mar de Hoces, pues fue el español Francisco de Hoces el primero en cruzarlo y no el pirata o corsario Drake (pagado por su Majestad para robar a los españoles).

Los fuertes vientos del Océano del Sur provocan a su vez altas olas, las cuales pueden alcanzar grandes dimensiones al rodear el planeta sin encontrar obstáculos terrestres. Además en la zona del Cabo de Hornos, éstas encuentran una zona de aguas poco profundas, que provocan olas más cortas y más empinadas, acrecentando el riesgo. Si la fuerte corriente en dirección este del Paso de Drake se encuentra con vientos en dirección contrarias, este efecto puede acrecentarse aún más. Adicionalmente, la zona al oeste del Cabo de Hornos es particularmente conocida por sus olas gigantescas que pueden alcanzar alturas superiores a 30 metros.
Todos estos factores han convertido al Cabo de Hornos, probablemente, en el paso marino más peligroso de la Tierra. Por suerte nosotros no lo comprobamos del todo, pues la mar ha amainado, de todas formas el movimiento es continuo, si bien la marinería nos cuenta que en el Paso anterior llegaron a un inclinación hacia sotavento de 50º ¡inhumano! Comemos como podemos, se come bien pero en un baile continuo, las sillas están atadas pero a veces hacemos snow…. El resto del día igual…………., se duerme bien por estar acunado con el movimiento y susurros del mar.

En el puente ante el enfado de las olas escucho a la Callas y Beethoven, la música es en estos momentos lo único que considero capaz de aproximarse a una descripción coherente de lo que estoy viendo, la naturaleza en plena efervescencia demostrando lo frágiles que somos a pesar de toda nuestra tecnología y conocimientos. Deberíamos reubicarnos como un eslabón más en esta cadena natural, en sintonía con el resto de seres que cohabitan este planeta con nosotros………..es lo que me sugiere la fuerza de lo que veo.
"La Sepultura del Diablo" Los marinos de todas las latitudes aseguran que allí, a una milla de ese trágico promontorio que apadrina el duelo constante de los dos océanos más grandes del mundo, en el cabo de Hornos, el diablo está fondeado con un par de toneladas de cadenas, que él arrastra, haciendo crujir sus grilletes en el fondo del mar en las noches tempestuosas y horrendas, cuando las aguas y las oscuras sombras parecen subir y bajar del cielo a esos abismos.

Francisco Coloane, «Cabo de Hornos»

Fotos: Miguel Motas, Silvia Jerez y Javier Sánchez Banacloy

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