Por fin partimos, hemos dormido bien en el barco, el día está precioso y comenzamos a recorrer el Canal de Beagle.
Nos despiden petreles, albatros, cormoranes, charranes, paiños, pingüinos de Magallanes, etc. es una explosión de vida la que se aprecia por todos lados.
Vemos dos pecios hundidos como advirtiendo de la peligrosidad que entraña la navegación por esta zona.
Desde el puente comunicamos con Puerto Williams (réplica chilena a Ushuaia para ser la ciudad más austral) y nos dejan “helados”, se vaticina un paso del Drake complejo, rachas de hasta 60 nudos, mar en arbolada con olas de 8 metros, etc. (gruesa, muy gruesa, arbolada…). En torno a las 18:00 afrontamos el inicio del Drake dejando de tener el abrigo lateral de la costa para salir a mar abierto.
El cambio es radical llegamos a los 50 nudos y de altura de olas pierdo la noción (en torno a 6-7 metros), el viento y por lo tanto las olas vienen de proa, el puente empieza a estar sumergido en una ola, pero a continuación el barco afronta mal otra con lo cual caemos en picado y se sumerge la proa, desde el puente solo se ve agua, parecemos más un submarino que un buque oceanográfico, todo se cae a pesar de estar bien sujeto, la situación es crítica y el comandante ordena virar 180º y resguardarnos en el Canal…….primer intento fallido.
El problema es que la proa tiene mucha carga de agua dulce almacenada y con ese peso se hunde en demasía con semejantes olas, con lo cual el barco va muy descompensado. Durante la tregua se trasvasa agua de proa a popa para mejorar el centro de gravedad del barco. A todo esto el personal desaparece, este inicio destroza algunos cuerpos y empiezan los vómitos, de momento no necesito biodramina, el acierto ha sido quedarme en el puente, al ver algo de horizonte tengo referencias, el que ha bajado a camarotes a firmado su sentencia. De madrugada empieza el segundo intento, esta vez lo afrontamos en cama, rotamos y levitamos ante los envites de las olas.
"Debajo de los 40 grados, no hay ley. Debajo de los 50 grados, no hay Dios."
Fotos: Miguel Motos, Silvia Jerez y Javier Sánchez Banacloy.
Nos despiden petreles, albatros, cormoranes, charranes, paiños, pingüinos de Magallanes, etc. es una explosión de vida la que se aprecia por todos lados.
Vemos dos pecios hundidos como advirtiendo de la peligrosidad que entraña la navegación por esta zona.
Desde el puente comunicamos con Puerto Williams (réplica chilena a Ushuaia para ser la ciudad más austral) y nos dejan “helados”, se vaticina un paso del Drake complejo, rachas de hasta 60 nudos, mar en arbolada con olas de 8 metros, etc. (gruesa, muy gruesa, arbolada…). En torno a las 18:00 afrontamos el inicio del Drake dejando de tener el abrigo lateral de la costa para salir a mar abierto.
El cambio es radical llegamos a los 50 nudos y de altura de olas pierdo la noción (en torno a 6-7 metros), el viento y por lo tanto las olas vienen de proa, el puente empieza a estar sumergido en una ola, pero a continuación el barco afronta mal otra con lo cual caemos en picado y se sumerge la proa, desde el puente solo se ve agua, parecemos más un submarino que un buque oceanográfico, todo se cae a pesar de estar bien sujeto, la situación es crítica y el comandante ordena virar 180º y resguardarnos en el Canal…….primer intento fallido.
El problema es que la proa tiene mucha carga de agua dulce almacenada y con ese peso se hunde en demasía con semejantes olas, con lo cual el barco va muy descompensado. Durante la tregua se trasvasa agua de proa a popa para mejorar el centro de gravedad del barco. A todo esto el personal desaparece, este inicio destroza algunos cuerpos y empiezan los vómitos, de momento no necesito biodramina, el acierto ha sido quedarme en el puente, al ver algo de horizonte tengo referencias, el que ha bajado a camarotes a firmado su sentencia. De madrugada empieza el segundo intento, esta vez lo afrontamos en cama, rotamos y levitamos ante los envites de las olas.
"Debajo de los 40 grados, no hay ley. Debajo de los 50 grados, no hay Dios."
Fotos: Miguel Motos, Silvia Jerez y Javier Sánchez Banacloy.
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