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miércoles, 18 de febrero de 2009

Dejando atrás la Antártida…

La vuelta de nuestros investigadores en el Buque de Investigaciones Oceanográficas Las Palmas, al final ha sufrido un pequeño retraso, con lo que en lugar de partir esta mañana, se ha retrasado para esta tarde.

Este Mediodía Antártico hemos podido comunicarnos con Miguel, y fruto de nuestra conversación podemos confirmar que en estos momentos (19:00 Hora Española) nuestros investigadores ya están embarcados en el BIO Las Palmas. Nuevamente tenemos juntos a Silvia y Miguel que este viaje de vuelta lo realizaran juntos.

Debe ser una difícil sensación para todos nuestros aventureros (Silvia, Julia, Jesús,Miguel,etc) dejar atrás tantas emociones, aventuras y desventuras en las Pingüineras y demás localizaciones antárticas, que tan entretenidos nos han tenido.

El viaje durara si hay suerte sobre 3 días, en los que intentaremos daros noticias de nuestros amigos, siempre que la comunicación con el barco funcione, que no siempre es fácil y menos en el Paso de Drake... Desde España, deseamos que tengan un buen viaje de regreso a Ushuaia.

Actualizado por: Juan Carlos Gómez.
Fotos: Miguel Motas, Javier Sánchez Banacloy y CSIC.

domingo, 15 de febrero de 2009

Excursiones (2ª Parte)... (por Miguel Motas)

Esta vez acompañamos a Bismarck a realizar su trabajo ya que Amós se ha ido a Livingstone a poner unos GPS. La verdad es que se le echa de menos, hemos hecho mucha camaradería los compañeros de habitación, y Amós es el alma de la misma. Amós es la otra persona que me ayudó en la montaña durante mi lesión, retrocedió lo andado al verme mal, y tras ver la situación rápidamente se fue hasta la cabeza del grupo para retener el paso y pedir que llamasen por radio para que me buscaran. Es una persona excepcional a mi modesto entender, es silencioso, observador, un trabajador incansable, cuando emite una opinión da la sensación de estar muy meditada por lo que siempre merece la pena escuchar lo que dice. Sobre todo es un detallista, no sólo soporta la carga de amenizarnos a toda la Base con una frase diaria, cuya elección resulta brillante y nos ilustra a todos sobre la historia Antártida, sino que es al que no se lo olvida un cumpleaños, un ascenso… es sensible a todas cada una de las personas que convivimos aquí… para todos tiene su regalo, un detalle que te deja helado y te hace preguntar ¿cómo no he caído? Las “marías” que él hace son un despliegue de esos pequeños detalles, hace cartelitos con el menú, lo dedica a la persona que convenga, la música está perfectamente seleccionada, etc. En definitiva es de esas personas que tienen algo que te hace respetarlas y admirarlas, ese tipo de respeto y de admiración que en algún momento de la vida uno siente por un padre.
Como decía hemos acompañado a Bismarck al refugio chileno a desmontar una estación, por la mañana no nos dejaron salir pues la mar no ofrecía buenas condiciones para la zodiac, por la tarde al mejorar algo partimos... craso error, las condiciones cambian y se levanta un viento entre 40 y 70 km/h, la navegación es muy dura, empieza a nevar, el agua helada de las olas nos bautiza constantemente... llegamos al destino y la ventisca se recrudece… Prácticamente no podemos andar por el viento, en esas condiciones desmontar la estación es una ardua tarea, pero no sé porque razón se disfruta poder vencer el reto de trabajar en esas condiciones, nos apoyamos todos y al final lo conseguimos. A la vuelta corremos el temporal ya que el viento nos viene por popa, con lo que cabalgamos sobre las olas, toda una experiencia, un lobo de mar se nos cruza y casi chocamos…

Al día siguiente aprovecho y me uno al grupo de fauna intermareal para conocer Balleneros. Es un cúmulo de ruinas y restos de lo que fue la gran factoría de caza y preparación de la grasa de ballenas. Es impresionante lo que sugieren esas ruinas y esos inconmensurables depósitos de grasa, hornos, etc. Todavía se puede apreciar el hedor de grasa de ballena, tranquiliza cerciorarse que está desmantelado, la caza era tal que se cita que toda la bahía estaba roja de sangre de ballena.

Coincidimos con un barco de turistas (es la zona más visitada de la Antártida), la experiencia me adelanta lo que va a suponer mi vuelta... se nos acercan como devoradores de información, nos bombardean a preguntas, no soy capaz de reaccionar, ante esa invasión a mi tranquilidad y mi aislamiento, no contesto, dejo a la pobre Julia la cortesía y sin mediar palabra desaparezco de la zona realmente agobiado. No suelo reaccionar así, pero la situación me supera, me considero invadido en mi intimidad y mi equilibrio, es como que no quiero que nada ni nadie rompa el encanto de la soledad, del silencio, del aislamiento que disfrutamos durante estos dos últimos meses.
Ayer me tocó hacer de “María” con Julia, la verdad es que es mucho trabajo, lo cual se une a que recibimos la noticia de que el barco se puede adelantar uno o dos día en recogernos, una sensación de agobio se adivina en la base, caras tensas y todo el mundo a recoger y ultimar actividades…
Hoy hemos estado en la pingüinera, nuestro último día. Hemos pesado a 100 pollos antes de que marchen al océano. Tenía ganas de andar, de verlos de nuevo, de subir la montaña, intento disfrutar cada segundo… pero indefectiblemente, llega la hora de irnos. Al pesar al último, sin mediar palabra nos fundimos en abrazos felicitándonos por el trabajo bien hecho, con esto está todo terminado. El regreso es triste, no paro de mirar atrás intentando grabar en la retina ese lugar donde tanto esfuerzo y trabajo hemos derrochado, pero que sin embargo ha sido motivo de grandes satisfacciones. Es como quien abandona su escuela, lugar donde te esfuerzas pero que te aporta enseñanzas válidas para toda una vida. Me siento parte de ese ecosistema, y me cuesta despedirme de estos curiosos seres, les he cogido cariño.

Fotos: CSIC y Miguel Motas.

martes, 10 de febrero de 2009

Vaya Experiencia Científica y Humana.. (por Miguel Motas)

Es evidente la riqueza de una vivencia así desde el punto de vista científico, la oportunidad que se tiene de trabajar en un ecosistema tan especial, con una fauna tan sumamente especializada y única. Pero más allá del interés científico y profesional no puedo pasar por alto la experiencia humana que estoy viviendo, el equipo de trabajo es algo más, tenemos que soportar condiciones duras y largas jornadas de trabajo, cada uno asume determinados roles y nos engranamos con precisión milimétrica. Cuando uno desfallece siempre está el compañero ayudando y con una sonrisa, es una experiencia que une hasta cotas difíciles de conseguir en nuestra vida cotidiana. Me gustaría dejar constancia del profundo agradecimiento que siento hacia todo el personal militar sin el cual nada de lo que se hace día a día sería posible, a su vez destacar la relación cordial y de extremo respeto que existe para con otros colegas, siendo un continuo aprendizaje de otras disciplinas interesantísimas.

No es posible explicar en unas palabras lo que para la gente que venimos por primera vez como Julia y yo representa esta experiencia, baste decir que uno es espectador de la grandeza de la máxima expresión de la naturaleza, todo aquí es duro pero inmensamente bello, tanto que yo personalmente no soy capaz de asimilar ciertas cosas que admiro. Para terminar quería agradecer a Andrés Barbosa la oportunidad que nos ha brindado al permitirnos venir aquí, pues esto es irrepetible y único.
Publicado por: Miguel Motas en el Blog del Proyecto PINGUCLIM
Fotos: Javier Sánchez Banacloy, Miguel Motas y www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida

miércoles, 4 de febrero de 2009

Se va el verano... (por Miguel Motas)

El sábado fue un día precioso, era San Juan Bosco el patrón de los especialistas del ejército, de los cuales hay un grupo nutrido entre nosotros... la comida fue espectacular, a base de marisco y “delicatessen” varias. Además, salió el sol, lo cual he comprobado que impregna de una euforia generalizada al grupo. Por la tarde empiezan las actividades de olimpiadas caseras: carrera de huevos, lanzamiento de barra aragonesa, carreras de sacos y soga-tira. Evidentemente nos reímos muchísimo aunque hizo un frío de justicia... los argentinos fueron invitados y demostraron que habían estado preparándose a conciencia para la competición.
Por mi parte la subida a la pingüinera fue un éxito absoluto, ¡¡¡¡eran las botas!!! Cambié de botas y desapareció el dolor, podía andar sin problemas… qué alegría. Vinieron con nosotros varios de los compañeros a visitar la pingüinera, les encantó, la verdad es que eso ayuda a valorar el privilegio que tenemos, ya que a veces la rutina te hace perder la perspectiva del espectáculo que presenciamos a diario.

El domingo volvemos a subir a la pingüinera... agotador, la colonia tiene cada vez un aspecto más cambiado, no hay nidos, los pollos tienen esa apariencia de adolescentes en que ni son pollos ni son adultos… evidenciada con una asimetría de proporciones. Están agrupados en guardería, con los adultos en la periferia controlando, nos cuesta encontrar algunos animales en concreto, tras capturar varias veces a los mismos ejemplares deducimos que ciertos animales no han soportado los envites de la naturaleza y, simplemente... no han sobrevivido. Una de las muchas cosas que estoy aprendiendo es lo dura que es la naturaleza, es implacable, el pollo que no es capaz de ganar a su hermano en la carrera tras el padre para comer… probablemente muera, los skúas están continuamente sobrevolando la zona buscando el más mínimo error, la foca leopardo está acechando en el agua para tomar su tributo, el oleaje pone en riesgo con sus envites la vida de los pingüinos que van de pesca, los propios pingüinos no tiene ninguna piedad ante el pollo despistado o el adulto distraído, al primero le dedican un abundante surtido de picotazos y al segundo le roban las piedras del nido... incluso lo ha podido comprobar mi amigo Antonio, cuando salió a correr en una tarde apacible y fue atacado por varios skúas cercando su cabeza… tuvo que defenderse con piedras y llegó a la base en un nuevo record antártico. Lo que llama la atención es que somos meros espectadores, nada se altera o se detiene con nuestra presencia, los pingüinos siguen sin parar este incesante propósito de supervivencia obviando, salvo lo estrictamente necesario, nuestra presencia.

Por la tarde Julia, Doc (Eduardo), el otro Eduardo, Inma y Andrés, hemos sido invitados a la Base Argentina a tomar UN ASADO. La verdad es que estoy deseando, la dosis de pescado de nuestra Base empieza a estar cercana a la Dosis Letal 50 para los de mi especie (carnívoros cuasi-estrictos). Cumplí las expectativas, literalmente me nutrí de proteínas para el resto de Campaña, mientras cenábamos cayó la mayor nevada del verano, todo absolutamente blanco, salimos y se estableció una guerra de nieve toda regla, Doc y yo hicimos misiones suicidas en las que salimos vivos pero bastante fresquitos…
Ayer otro día de pingüinera, estábamos cansados tras tres días consecutivos, pero fue precioso, todo totalmente nevado, en determinadas zonas se nos hundía la pierna hasta las rodillas, la nieve virgen calidad “champagne” crepitaba bajo nuestras pisadas, en una ausencia de sonidos por esa quietud que deja una nevada así. Disfrutamos mucho y el paisaje era totalmente distinto, algunos pingüinos esquiaban sobre su panza utilizando las aletas a modo de bastones ¡¡quien tuviese un par de esquíes!!, realmente creo que en esa lucha incesante por sobrevivir se toman ciertas licencias y... disfrutan. Julia sí que disfruta sobremanera del paisaje, a la mínima oportunidad se deja caer en la nieve y se reboza cual croqueta Platense...
Por la noche otro regalo, tras una sesión de película vemos no sin sorpresa que se ha despejado... ¡¡¡¡por fin se ven las estrellas!!!! … el verano se está despidiendo, cada vez hay más horas de oscuridad y hace más frío (duermo con tres mantas), en la pingüinera hemos tenido -8º C. El frío no consigue que cese en mi empeño por admirar el cielo, no se puede explicar, la limpieza de la atmósfera es única, la nitidez y el brillo de las estrellas es sobrenatural, parece una animación por ordenador, es mágico... el cielo además es totalmente distinto, no conozco las estrellas del hemisferio sur, se adivina la todopoderosa Cruz del Sur… ¿seré capaz de grabar esta imagen? La sensación seguro que sí, y con ella me duermo en una atmósfera casi irreal…

Fotos: Miguel Motas y www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida/

lunes, 26 de enero de 2009

Periplo por las islas... (por Miguel Motas)

Ha sido toda una experiencia!! Vuelta al Buque Las Palmas, vamos los pingüinólogos y el bueno de Amós, que tiene que poner unos GPS en distintas islas. En el barco encontramos a Pablo y Javier, dos investigadores de la Autónoma que hacen un estudio muy interesante sobre la presión turística en la Antártida, evaluando efectos de pisadas, residuos, etc. hicimos muy buenas migas enseguida (no hay nada como un fluido que hace oscilar tu cuerpo hasta 45º sobre la horizontal para afianzar relaciones cordiales). También encontramos a Andrés, nos ponemos al día de las actividades del proyecto y compartimos todas las experiencias e impresiones que han acontecido desde que nos despedimos, da gusto ver el equipo de trabajo que somos.
Primero fuimos a Livingston a Punta Hannah, el desembarco fue temprano y un poco aventurado, la zona no está cartografiada con lo cual el barco atraca a bastante distancia, por lo tanto el trayecto en zodiac es largo y el marino que lleva la misma lo hace más tiempo por el aire que sobre el mar.
Teníamos escasamente 5 horas para tomar muestras de sangre a unos 50 animales, aquí como no hay ya nidos hay que capturar a los adultos con una especie de cazamariposas gigante, de lo cual me hago cargo gustosamente (en el fondo es lo más parecido a coger una raqueta de tenis en dos meses). Los animales muestreados son pingüinos Papúa (con un pico rojo muy vistoso, y de mayor tamaño que el Barbijo, algo más miedoso). El trabajo se nos da bien, pero cuando nos disponemos a almorzar lo que al barco nos ha preparado... ya han vuelto a recogernos.
Tenemos la posibilidad de contemplar lobos marinos y colonias de elefantes marinos, nos podemos acercar mucho hasta que nos amenazan con las fauces abiertas y sonidos-bufidos inquietantes. A la vuelta un regalo: en torno a 8-10 ballenas en círculo emergiendo y sumergiéndose con el ritual de las burbujas para cercar al Krill y cazarlo-pescarlo… nos acercamos con las zodiacs apenas a 10 metros, hay una mezcla de emoción y miedo, son inmensas, creo que jorobadas, con los trajes de seguridad y las mochilas resguardadas no tengo acceso a la cámara, da igual; lo fijo en mi retina espero que de por vida.
Estamos satisfechos pero exhaustos, el problema es que en el barco (oscilante por definición) nos toca procesar las muestras, hay que centrifugar para obtener el plasma, fijar los frotis y etiquetar todo (más de dos horas), sin tiempo a ducha previa pues estamos en la zona común que en breve va a ser utilizada por el resto del personal científico, algún componente no aguanta el mareo y tenemos bajas en el proceso lo cual dilata la ardua tarea. Felizmente Amós y yo vemos hecho realidad un sueño recreado en conversaciones previas, nos sirven de cenar un caldero muy decente con un alioli excelente… merece la pena todo el esfuerzo del día.
Al día siguiente nos levantamos a las seis de la mañana para desembarcar en la Isla Rey Jorge (Caleta Potter), para muestrear principalmente Pingüinos Adelia. Es peligroso el trayecto ya que tampoco está cartografiado y hay un fondo con muchas rocas que no llegan a aflorar a la superficie, al final la hélice solo roza levemente cerca de la playa.

Estamos frente a un pequeño refugio que tienen los argentinos cerca de la pingüinera, cuando llamamos nos abren somnolientos y SORPRESA!!! Silvia apenas me reconoce por la barba y por el sueño que todavía arrastra, es una invasión en toda regla, a su vez Julia se encuentra con Bruno.


Es un momento especial y muy esperado, encontrar a alguien de tu tierra y de tu círculo cercano aquí, en medio de una isla desierta en el confín de la Tierra, tenía muchas ganas de saber que estaba bien. Tras abrazos y besos nos disponemos a trabajar, tenemos hasta las 14 en que el Barco vendrá a recogernos a la Base argentina de Jubany. Nos ayudan Silvia y Bruno Pasamos frío, los Adelia son preciosos, algo más pequeños que los Papúa pero con bastante más carácter. En las persecuciones mi tobillo responde.

Felizmente vemos en la playa una Foca de Weddell, no se inmuta ante nuestra presencia con lo que me puedo acercar cuanto me plazca, pero intento no perturbar esta “siesta antártica”. En el refugio conocemos otros argentinos que nos ofrecen sopa caliente y compartimos nuestro almuerzo...
Andamos una hora hasta la Base argentina con un paisaje de glaciares y lagos impresionante. La Base es inmensa, es de invernada y por lo tanto tiene gran espacio, laboratorios varios, cine, gimnasio, internet de banda ancha etc.

El Barco llega sobre las 16 y nos despedimos con cierta tristeza, hemos hablado mucho exprimiendo el escaso tiempo que éramos conscientes que teníamos. Tomamos rumbo hacia una Isla-Cono Volcánico llamada Pingüin, para que Amós ponga otro GPS, en el trayecto hay una cena especial para toda la dotación del Barco: ibéricos, empanadas gallegas de tres tipos (el 80% son gallegos), etc. El ambiente es buenísimo, pero de repente todo se estropea, Amós no puede bajar pues la niebla no deja ver nada y el radar detecta un iceberg entre nosotros y la Isla (el viaje no ha servido de nada). En cuestión de minutos se levanta un temporal de órdago, la experiencia es peor que el Drake, estamos fondeados y ante los envites de las olas la cadena tiene el riesgo de partirse, nos golpean olas de entre 8-10 metros que llegan a la altura del puente, salimos a toda máquina pero no amaina, se tiene que poner trajes de buzo y atarse para controlar las zodiacs que más que en la popa ya forman parte del mar. Sin desvestirme me meto en la cama, todo se cae a pesar de estar atado, en la propia cama damos botes, el barco oscila en los tres ejes que conozco... así toda la noche!!
El día después es pura desesperación vamos en un lento regreso isla a isla, dejamos con retraso a Andrés (el vuelo sale un día después), y vemos una tanda de películas… Julia está desesperada del barco. Al día siguiente llegamos a casa a eso de las 14 horas… pero para variar la mar no colabora y se retrasa el desembarco, pues así las zodiacs no pueden recogernos, estamos deseando llegar. El motor de estribor nos da un susto pero al final se soluciona. Pablo nos ayuda en el desembarco, es un chico genial, hemos hecho buenas migas. Ya en casa nos reciben en la playa a pesar del día… que gusto!!. Algo ha cambiado, hay 15 científicos más en la base, entre ellos varios rusos... tenemos que adaptarnos, ya no es lo mismo. El espacio es limitado y todo hay que compartirlo sobremanera…

Fotos: Javier Sánchez Banacloy, Miguel Motas y www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida/

jueves, 22 de enero de 2009

En la pingüinera con Miguel... (por Silvia Jerez)

Ya han pasado cuatro días desde que estoy en Jubany. Puede que suene a tópico, pero el tiempo trascurre aquí de forma diferente, a veces muy rápido, a ratos parece que despacio. Podría contar montones de cosas que llaman la atención en estas latitudes. ¡Darse una ducha viendo un glaciar enorme por la ventana no pasa todos los días! Ni estar escuchando desde la cama los gemidos de un grupo de elefantes marinos...
Hoy además han venido a la pingüinera Miguel, Jesús y Julia. Acabábamos de despertarnos en el refugio (un módulo pequeño que hay habilitado cerca de la pingüinera para evitar algunos días la caminata hasta la base), cuando han empezado a tocar la puerta... cuando he abierto no me lo podía creer, ¡menuda alegría! cualquiera los conoce con esa barba y sin esperarlos allí...

He estado con ellos tomando muestras de los pingüinos, y luego hemos vuelto a la base a esperar que los recogiera el barco. Hemos podido estar un rato tranquilos, hablando de cómo nos está yendo. Ha estado muy bien...


La pingüinera es una preciosidad, obviando el olor ¡claro! En la que yo voy a trabajar la mayor parte del tiempo, hay dos especies diferentes de pingüinos, adelia y papua. Son muy graciosos. Dentro de unos días tendré la oportunidad de trabajar también con pingüino barbijo, en una colonia a la que iremos en bote. Ya os iré contando...

Fotos: Silvia Jerez y Miguel Motas.

miércoles, 21 de enero de 2009

El Relevo en la Pingüinera... (por Jesús Benzal)

Dado que Miguel Motas está embarcado en el Buque las Palmas para tomar muestras de otras Islas Cercanas, vamos a ver cómo está viviendo esta experiencia Jesús Benzal.

Crónica de Jesús Benzal para el Blog del Proyecto PINGUCLIM II

La actividad del proyecto PINGUCLIM durante la presente campaña 2008-2009, se desarrolla a lo largo de ambas fases de la misma. Durante la primera, Andrés Carbosa, Ana y Paco han dado inicio a los dos estudios que llevamos a cabo en la pingüinera de Punta Descubierta. Ellos han llevado a cabo el trabajo hasta el pasado día 5 de enero, cuando Julia, Miguel Motas y el que escribe estas líneas, llegamos a la Base Gabriel de Castilla (Isla Decepción) procedentes de Ushuaia (Argentina) en el Buque Las Palmas de la Armada Española.

La vuelta a la Base constituye un reencuentro con compañeros de campañas anteriores y el recuerdo de emotivas vivencias tenidas en la misma. Para Julia y Miguel, que constituye su primera campaña, todo es nuevo y el frenesí del recibimiento que tenemos con los que nos los que nos reciben constituye un momento emotivo y difícil de transmitir.

Tras los primeros saludos y acomodación en la base y, dado que el tiempo que tenemos para hacer el relevo es corto, nuestros compañeros de la primera fase nos ponen al corriente del trabajo llevado a cabo hasta ahora y de por dónde debemos continuar durante nuestra estancia en la isla. Sin más dilación el día 6 tomamos contacto directo con los pingüinos en compañía de Andrés y nuevos recuerdos al atravesar “el collado” vienen a nuestra mente.

El trabajo con los pingüinos constituye una experiencia de disfrute y sufrimiento que en la mayoría de los días con ellos se experimentan de forma simultánea.

La actividad de los pingüinos en la colonia es continua y día a día el frenesí de los padres por alimentar y defender a su prole también. Esta dinámica tiene su reflejo en el rápido crecimiento de los pollos y ello condiciona también nuestro trabajo en la colonia en para su seguimiento, toma de datos y muestras de todos y cada uno de los nidos seleccionados en nuestro estudio. De no hacerlo así, todo se perdería y ni siquiera las malas condiciones meteorológicas deben, salvo por motivos de seguridad amedrentarnos.

En este sentido, hay que decir que la parte de mayor sufrimiento en nuestro trabajo es el que impone la meteorología. En la Decepción, el tiempo es cambiante y constituye una de nuestras peores pesadillas. El problema meteorológico puede estar condicionado tanto por el viento, como por las precipitaciones en forma de nieve o agua. El viento nos puede impedir acceder a la pingüinera dado que al atravesar el collado por el que accedemos a la misma se pueden encontrar vientos superiores a 70 Km/h en algunas ocasiones. En la pingüinera, el viento, unido a la baja temperatura y, si tenemos mala suerte, la niebla, hacen que la sensación de frío durante los muestreos sea realmente desagradable para nuestro trabajo. Si a ello se une el tener que trabajar y manejar a los pingüinos con las manos sin ninguna protección, hace que éstas se nos queden tan insensibles que nos impiden cualquier movimiento por simple que sea.

No obstante, y dado que la necesidad de completar el muestreo implica no dejar ningún día sin la toma de datos y muestras, nos vemos obligados a superar esta prueba que para algunos llega a ser realmente dura.

Pero… si realmente somos realistas estas condiciones no nos deberían asustar si pensamos en las que se pueden vivir o haber vivido en la Antártida. En realidad, nos hemos hecho “cómodos” y cualquier situación que se sale de nuestra vida cotidiana, nos echa para atrás. En la actualidad nunca llegaremos situaciones como la vivida por Cherry-Garrad durante su viaje con la expedición de Scott al Polo Sur, cuando estudiando al Pingüino Emperador un día se encontró en su campamento con una temperatura de -60,8 ºC.

En su libro “El Peor viaje del Mundo” lo relata así:

“… Aquel día permanece en mi memoria como el día en que descubrí que no merece la pena tomar datos…” “… No voy a negar que esto me convenció de que Dante estaba en lo cierto cuando situó los círculos de hielo por debajo de los círculos de fuego”

Crónica de: Jesús Benzal para el Blog del Proyecto PINGUCLIM II
Actualizado por: Juan Carlos Gómez.
Fotos: www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida/ y www.api-spain.es/Blog_PINGUCLIM_2008_2009.html