sábado, 31 de enero de 2009

Todo un señor... (por Miguel Motas)

No ha sido un buen día... ayer por la noche noto que uno de los compañeros con los que más bromeo no me sigue, lo noto ausente, distraído, serio... algo rarísimo pues siempre tiene una sonrisa amplia y franca. Con él he tenido las conversaciones más íntimas, del tipo de las buenas, esas que surgen de forma natural, con un in crescendo por ambas partes que se retroalimenta y permite llegar a niveles de conversación muy altos. Eso no se consigue con cualquiera. Es un gran tipo, noble, bueno pero pícaro, muy bromista, inteligente... y de repente, es todo gris. El día anterior estuvo en la pingüinera y es uno de los dos que estuvieron permanentemente conmigo en la lesión, se dieron cuenta de que algo no funcionaba y se quedaron rezagados acompañándome, ese tipo de ayuda silente pero primordial, en ningún momento me agobió con arranques de heroicidad compasiva, simplemente se limitó a estar a mi lado y acompañar mi ritmo lastimero distrayendo mi preocupación con bromas y esa amplia sonrisa. Después de que le diese las gracias siguió con otro tema obviando totalmente mis referencias hacia su ayuda, lo considera normal y prescindible de mención alguna por lo que me cambia de tema. Con tipos así uno puede ir a cualquier sitio, en cualquier condición, sintiéndose seguro y respetado en su intimidad, sabes de forma tácita que no te fallan. Eso es algo que en la montaña se aprecia de forma inequívoca con pequeños detalles, y la garantía irrefutable se produce cuando surgen situaciones críticas.
El caso, retomando el tema, es que al verlo así bromeo si está cansado o es por la siesta descomunal que nos habíamos pegado, y en ese momento confirmo que algo no marcha bien, me cuenta que hace escasamente hora y media, tras llamar después de mi, se había enterado de la muerte de su hermano mayor.

Había estado ese tiempo rumiando sus sentimientos, sin alardes autocompasivos, manteniendo el tipo toda la cena, pendiente de si nos faltaba algo, aparentemente normal… tanto, que me costó vislumbrar ese “algo raro”. No se lo había dicho a nadie, estaba intentando encajar el golpe, ha sido repentino, estaban en Navidad haciéndole unas pruebas de cáncer y la siguiente noticia ha sido ésta. No se lo esperaba en absoluto. Se niega a volverse, es práctico y piensa que ya nada puede hacer, el tiempo de reacción para que pueda moverse de aquí es muy dilatado y no permite dejar el experimento a medias, ni a su compañero con todo el trabajo. Es una profesionalidad que excede con mucho la de mucha gente que conozco, y sobre todo sin alardes circenses. Ante una situación así uno no sabe qué hacer, intento estar ahí y sobre todo escuchar, tras un tiempo hablamos de temas banales distrayendo la atención del problema, no es suficiente para que me sienta enormemente torpe para afrontar la ayuda que necesita. Siempre he pensado que el género femenino es muchísimo más hábil para desenvolverse por estas lides. De repente tengo la sensación de una brusca toma de contacto con la realidad, por muy lejos que estemos, aunque no tengamos dinero, cartera, móvil, apenas Internet, televisión ni radio, no sabemos nada de lo que está pasando en el mundo… todo continua.

Hoy he aprendido mucho de este AMIGO, no sé decir exactamente qué, pero sé que es importante...


Fotos: Miguel Motas.

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