El sábado fue un día precioso, era San Juan Bosco el patrón de los especialistas del ejército, de los cuales hay un grupo nutrido entre nosotros... la comida fue espectacular, a base de marisco y “delicatessen” varias. Además, salió el sol, lo cual he comprobado que impregna de una euforia generalizada al grupo. Por la tarde empiezan las actividades de olimpiadas caseras: carrera de huevos, lanzamiento de barra aragonesa, carreras de sacos y soga-tira. Evidentemente nos reímos muchísimo aunque hizo un frío de justicia... los argentinos fueron invitados y demostraron que habían estado preparándose a conciencia para la competición.
Por mi
El domingo volvemos a subir a la pingüinera... agotador, la colonia tiene cada vez un aspecto más cambiado, no hay nidos, los pollos tienen esa apariencia de adolescentes en que ni son pollos ni son adultos… evidenciada con una asimetría de proporciones. Están agrupados en guardería, con los adultos en la periferia controlando, nos cuesta encontrar algunos animales en concreto, tras capturar varias veces a los mismos ejemplares deducimos que ciertos animales no han soportado los envites de la naturaleza y, simplemente... no han sobrevivido. Una de las muchas cosas que estoy aprendiendo es lo dura que es la naturaleza, es implacable, el pollo que no es capaz de ganar a su hermano en la carrera tras el padre para comer… probablemente muera, los skúas están continuamente sobrevolando la zona buscando el más mínimo error, la foca leopardo está acechando en el agua para tomar su tributo, el oleaje pone en riesgo con sus envites la vida de los pingüinos que van de pesca, los propios pingüinos no tiene ninguna piedad ante el pollo
despistado o el adulto distraído, al primero le dedican un abundante surtido de picotazos y al segundo le roban las piedras del nido... incluso lo ha podido comprobar mi amigo Antonio, cuando salió a correr en una tarde apacible y fue atacado por varios skúas cercando su cabeza… tuvo que defenderse con piedras y llegó a la base en un nuevo record antártico. Lo que llama la atención es que somos meros espectadores, nada se altera o se detiene con nuestra presencia, los pingüinos siguen sin parar este incesante propósito de supervivencia obviando, salvo lo estrictamente necesario, nuestra presencia.Ayer otro día de pingüinera, estábamos cansados tras tres días consecutivos, pero fue precioso, todo totalmente nevado, en determinadas zonas se nos hundía la pierna hasta las rodillas, la nieve virgen calidad “champagne” crepitaba bajo nuestras pisadas, en una ausencia de sonidos por esa quietud que deja una nevada así. Disfrutamos mucho y el paisaje era totalmente distinto, algunos pingüinos esquiaban sobre su panza utilizando las aletas a modo de bastones ¡¡quien tuviese un par de esquíes!!, realmente creo que en esa lucha incesante por sobrevivir se toman ciertas licencias y... disfrutan. Julia sí que disfruta sobremanera del paisaje, a la mínima oportunidad se deja caer en la nieve y se reboza cual croqueta Platense...
Fotos: Miguel Motas y www.ejercito.mde.es/mexterior/webantartida/
3 comentarios:
Es genial que os lleveis todos tan bien y mejor aún que hayas encontrado la horma de tu zapato en la base argentina y estén siempre dispuestos a un "pique". Se os ve a todos muy bien y disfrutando al máximo la experiencia, no todo el mundo aprovecharía del mismo modo.
Ah, y me alegro mucho por lo de tus botas nuevas!!!
besazos Criscc
Es increíble que con la paliza que lleváis todavía seáis capaces de encontrar momentos tan familiares y divertidos.
Me encanta el blog.
Un saludo desde Vigo.
........Se come bien allí.
Jueinnnn
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