El viaje ha estado bien, la maleta fue fácil de hacer ya que por su tamaño me cabía la casa ;.) En Alicante me encontré con mi compañera de aventura Virginia, ella trabaja en el Museo de Ciencias Naturales del CSIC en Madrid junto con Andrés, su especialidad son los parásitos. Ambos fuimos con nuestras familias y como era previsible la despedida fue dura, supongo que estas fechas no ayudan a hacerlo fácil.
Ya en Madrid nos encontramos con Jesús, veterano antártico con el que ya estuve en mi anterior campaña (Ecólogo de la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería) y Amós con el que tambíen estuve en mi campaña, el viene de Cadiz y trabaja en temas de vulcanismo y tectónica de placas. Ambos son amigos antárticos y eso es una categoría especial, pues el vínculo que se crea en estas latitudes, donde compartes sufrimientos y alegrías, es especial y duradero. Con Amós viene Marta, una joven que trabaja con ellos y que viene por primera vez. Tras una cena en barajas muy especial, emprendimos un viaje de 13 horas con una alternancia de películas y semisiestas continua. Ya en Santiago de Chile, tras ver los impresionantes Andes, nos dimos cuenta de que es verano, son 4 horas menos, al recoger maletas la mía estaba algo destrozada ;.( y en aduana me quitaron un trozo de salchicha seca murciana con el que pretendía deleitar a la gente de la base, por suerte las almendras marconas me las respetaron.